jueves, 12 de noviembre de 2009

La avenida

Cuando misteriosamente la avenida quedó deshabitada la caminé con un asombro pasivo. Pude ver todas las casas rodeadas de oscuro, sin luces, sin actividad, pero a la vez la luz de la luna llena lo hacia todo claro, como si el asfalto fuera un espejo que refractaba esa quietud solemne. Un horizonte enorme , pero a la vez vacio, como si el tiempo hubiese dado cuenta de existencia ilusoria.

Los únicos movimientos perceptibles eran las luces de los semáforos que seguían jugando a un ta-te-ti eterno. Todo lo demás era paz. Al principio lo merodeaba todo con mi mirada, tratando de encontrar a alguien más con quien compartir ese silencio visual inédito.

Caminé varias cuadras a lo largo de la avenida, sintiendo como si se consumiese así misma detrás de mis pasos. Me sentí solo como nunca, sentí la libertad de gritar en cada esquina que se me ocurriese, tiré mis zapatillas bien lejos, cada una en direcciones diferentes como reacción incoherente de libertinaje.

Percibí el cielo más que nunca. El brillo de las estrellas viajó fugazmente a mis ojos para quedarse, tal vez para siempre.

 La tranquilidad hacia del silencio algo muy grato. El tiempo pasaba y la avenida seguía vacía. Para contrariar esa paz, aprendí a boicotear en caos personal, gritando, rompiendo, descargando corriendo, bailando solo, llorarando, desesperandome, hablando con el aire, imitando conversaciones con personas,aunque raramente todavía no sentia ningún tipo de melancolía.

Desde que la avenida se vació no sabia si habían pasado horas, meses o años, aunque, sin embargo, todavía no había visto ningún amanecer.

Me senté en el medio de la avenida y sentí el asfalto tibio en mi piel y termine recostándome mirando las estrellas, con la seguridad de que ningún coche me pasaría por encima. Las estrellas se multiplicaron a cada pestañeo, hasta que supieron formar un manto blanco y que me llevo a un profundo sueño.

Me desperté sin saber si había dormido, pues en mi cuerpo había un equilibrio perfecto, todo seguía igual y empezaba a darme miedo la idea de no volverme a encontrar con la ciudad viva.

Así, viviendo en un paréntesis suspendido en algún confín misterioso de este cosmos, con el pasar de los días empecé a creer que nada de esa catarata ineludible de personas yendo y viniendo, que había visto toda mi vida fueran ciertas.

De ratos me sentía un animal y a veces conectaba con mi lado más humano.

Caminar esta avenida solitaria me traducía en eco de mis pasos que nunca volvería a mi vieja condición, .
Una de las veces que me quede dormido soné por primera vez. Todo volvía a ser como antes. Había gente, mucha gente. Los semáforos volvían a tener un sentido, los autos frenaban y aceleraban ciclicamente. La gente hacia colas, esperaba. Y yo ya no entendía que esperaban.

El mundo de humo había regresado, la tenue niebla gris ,la ciudad, el caos. La gente reía, lloraba y puteaba al mismo tiempo. La gente simplemente vivía, sin preguntarse por que vivía.

Después de despertarme de esa pesadilla decidí salir a correr por la avenida, corrí con la vieja sensacion de escapar de algo, aunque sabía que corría para huir de ese sueño amargo y agradecí poder haber despertado  en sobre mi nuevo amigo inseparable, el asfalto despoblado.

martes, 10 de noviembre de 2009

Que tiñe tu sien

Oscuros pasos dentro de tu ser
Magnetismo idiota que no deja volver
romper cadenas de la inercia de una vez
viajar en los silencios, renacer

Mentiras absurdas te hacen creer
las cosas vacias que tiñen tu sien
batalla sagrada que espera por vos si la ves.

Martirio latente, mar de serpientes
Astillas en la pasion de una derrota
frenesi inminente dejame tocarte otra vez
La sal en la comisuras de tu boca

Mentiras obsenas que hacen creer
las cosas vacias que tiñen tu sien
batalla sagrada que espera por vos si la ves

martes, 22 de septiembre de 2009

domingo, 20 de septiembre de 2009

Guaranteed

sábado, 19 de septiembre de 2009

Sentimientos

Al final despues de tanto no querer ver , se dió cuenta que lo que atormentaba su presente era eso con lo que no queria afrontar. Una celula persecutoria habitada en esa atmosfera que aparenta ser lo correcto, que obliga a pensar que es ese el lugar que te corresponde y que hace muchos años no corresponde más o quizas nunca correspondió. Pero aveces las cosas no se pueden elegir, hasta que el tiempo te habilita a mover fichas en el tablero.
Que no hace falta dar la vuelta al mundo, para saber que tenias que cambiar de lugar. Un circulo hostil que solo se mantiene defendido con la ilusoria razón de un lazo de sangre no significa nada, solo lo que quedo simbolicamente dentro tuyo de eso y nada más, lo demás es selva. La bronca entre el desfasaje entre deseo y contexto. Cuando se exige más de lo que el contexto puede dar, cuando tenes una exigencia de independencia más grande pero los recursos apenas estan prendiendo los motores. Y que la verdadera independencia no se mide con kilometros, si no acciones e ideales por los que cada uno tiene, que hay que saber siempre hacia donde se va. Y que los kilometros solo te dan experiencias para saber como funciona el mundo, pero no el tuyo... que la unica forma de viajar dentro tuyo es la pregunta.
Que la carroña tiene nacionalidades multiples y la bondad tambien. Que lamentablemente para algunos: somos todos iguales girando en esta rueda y vamos a terminar en el mismo lugar.
Pero el contexto, que importante es aveces. Que la mente te sigue a todos los lado estes donde estes, y que lo demás son todos escenarios. Que la gente que va estar se va a SENTIR en cualquier parte y la que no, realmente nunca estuvo. Empezar a fijarte que las "boludeces" dichas aveces dicen mucho más que las cosas que aparentan ser filosficas y profundas. Que el cinismo es muy amigo de la sensación de victima. Y que la lisonjeria siempre tiene el fin de dominar al otro. Que vivir en un cuento de hadas significa no plantearse que queres realmente en la vida, que la realidad no la marca el consenso sino tu propio deseo y no hay formulas para ser feliz. Y que caminar solo es mucho mejor que no caminar, o quedarte encerrado entre cuatro paredes fumandote tu mierda. Y que si pudiera tener otra opcion de vivir solo.. la haría...Pero no me queda otra que caminar.

miércoles, 22 de julio de 2009

A part of me

Standing infront of me, feeling the silence across to my head
I wonder what could be, no matter how far is.
No answers in the sea, no reason to accept when is not fair.
I got this life, this mind, but i didn't get why.
I will leave all of this, and I will choose my fate in the way.

lunes, 13 de julio de 2009

Tarde especial

El tipo se para detrás de las lineas blancas y antes de cruzar mira el ganado de gente que dispersa en direcciones de un radio infinito. La hora brutal de las 5 hace girar al mundo que está inmerso en el caldo de verano.


Después de que todos salgan a trabajar queda todo templado como si todos se metieran en sus casas a esperar la hora pico del día siguiente. Muchos de los transeúntes cruzan sin esperar que la luz cambie. El tipo, en cambio, hoy no está apurado.


Aunque si hoy hubiera sido un día normal el paso lento de las personas lo hubiera puesto muy nervioso y jugaría una carrera virtual con coros endemoniados. Hoy es distinto y hasta le parece estúpido como todo el mundo se apura, verlo de afuera le da una sensación de tranquilidad y autosuperación. Se pone de buen humor mientras cruza la calle y a partir de ese momento empieza una consecución de pensamientos positivos que lo hace llegar sonriendo a la siguiente cuadra.


 En la esquina para a comprar una gaseosa, tiene un inconveniente con el cambio, ninguno de los dos quiere ceder las monedas, pero la gaseosa ya esta abierta y se arma un tironeo verbal, el quiosquero lo ínsita a comprar algo de un peso así queda justo, y él le dice que no quiere nada más que él no tiene la culpa de que no tenga monedas, el quiosquero le dice que ya abrío la coca y que tiene que pagar, y él dice que pagaría con gusto y si el tuviera cambio y que es injusto que tenga que comprar más cosas cuando él no quiere.


Cree que va a ser más barato que compre un chocolatín que desperdiciar palabras y tiempo por un peso. Termina comprando el chocolate y se lo guarda en el bolsillo. Se saludan en un silencio malhumorado, el quiosquero no dice gracias y él no dice hasta luego.

Se diríge hacia la esquina para cruzar y observa el cruce de manos de todo ese hormiguero de gente que se desliza por los pasillos de cemento, el stress generlizado de las 5 de la tarde, la tendencia de corbatas desajustadas, las oficinistas que hoy lucen más hermosas que nunca y el denominador común: caminar rápido.

Él empieza a caminar más rápido que en la cuadra anterior y en la vorágine de la cruzada de la coreografía de rodillas, sin darse cuenta se está dejando llevar otra vez por el mundo al que hoy está dispuesto a desafiar. Empieza a caminar otra vez más despacio, el abstraerse, no seguir las reglas invisibles lo hace sentirse bien.


Un tipo lo adelanta y le comenta a la persona que caminaba junto a el... estos pelotudos que no caminan. Él lo escucha pero esta vez realmente no le importa y se le ocurre que estaría bueno no escuchar los ruidos de esa maquinaria infernal que es la calle.


Entonces se acuerda que tiene el reproductor de musica y lo comienza a usar despues de haber hecho una parada para desenredar el cable. Al quiosquero que vendió la gaseosa se le ocurre que el tampoco tiene la culpa de no tener monedas, y exclama con normalidad... colectiveros de mierda, un comprador lo mira asombrado preguntándose a quien le habla y concluye que debe estar medio loco.

El mientras tanto piensa que canción es la indicada para terminar el camino y llegar a destino cuando se da cuenta que esto podría hacerlo todos los dias. Realmente hacia mucho tiempo que no disfrutaba de la instrospección en una caminata por las calles de la capital.

Otro tipo está soldando en la vereda de enfrente y aunque converge de su alma de una voz anclada que le dice que no hay que mirar que hace mal a los ojos, hoy va a mirar al soldador, no cree que le va a pasar nada por una vez en treinta años. Encuentra que no tenía nada encantador mirar por más tiempo los chispazos azules, pero se siente bien y por alguna razón se acuerda de su viejo.


En el siguiente semáforo ya no hay tanta gente como en las dos cuadras aledañas a la estación de tren, pero sigue siendo algo molesto esquivar cuerpos de frente. Una gorda fea con una remera corta viene cargando unas bolsas con verdura y masca algo con la boca y le sobresale un diente podrido. Se tiene que correr por que la gorda sigue su camino y respira con dificultad perdiendo las eses mientras habla.


Esto se presenta varias veces hasta que piensa que siempre es el boludo que se tiene que correr. Y cree que son todos una manga de decerebrados, pero se da cuenta que se está poniendo nervioso y empieza a tener compasión de la gorda que aparte era mayor y al le correspondía moverse, las demás eran mayoritariamente mujeres y se consuela pensando que esta bien y hay que ser caballero, los hombres bueno, no sabe, por otro lado, empieza a pensar que no es el unico que se tiene que correr y que muchas personas a él lo han esquivado seguramente también, pero que en eso no pensaba por que no le había molestado, lo cual le resulta logico.


 Para de pensar porque se está enroscando en algo demasiado sencillo como para hacerse mala sangre. Sigue caminando hasta llegar a la plaza y hoy las mujeres que están más lindas que nunca e intenta hablar con una que estaba sentada sobre el pasto pero la joven contesta secamente y con indiferencia, preguntar sobre el clima le pareció poco estratégico.


Se siente un nuevamente un boludo pero sonríe y le da gracia su pregunta poco original. Decide irse pero ese último movimiento de desinterés y esa sonrisa parece haberle interesado a la mujer. Charlan unos minutos , se terminan por caer bien, y se va contento de haber conocido alguien nuevo en la maquinaria.


Mientras camina se da cuenta que no importara lo que dijera, sino como lo dijera. Pareció recordar una vieja regla de la soltería, la actitud es lo más importante. Si hubiera dicho la misma pregunta sobre el clima con la actitud del final no se hubiera sentido un boludo.


What you tought you need de Jack Johnson empieza a sonar y la ciudad vuelve encantadora bajo un espejo de reflejos solares y los cruces de gentes ya son una postal desde donde camina. Se acuerda de cuando de unas vacaciones en Entre Ríos y de lo cual lo unico que se acuerda es un atardecer, junto con la sensación de haber disfrutado mucho.


Se sorprende de haber recordado eso porque hacia años que no se le presentaba en la conciencia. Ahora tambien se acuerda que había sido una de las pocas veces que habia ido a pescar; un pibe de más o menos 13 años al lado, él tendría 6 y el más grande habia puesto pedacitos de carne cruda en función de carnada, él las tradicionales lombrices, combinación exitosa que provocaba que los peces vinieran atraídos por el olor y la sangre de la carne pero terminaran comiendo de su carnada que parece ser era más apreciable para estos.


También forma parte del recuerdo que los había devuelto al mar, mientras que un tipo panzon y bigotudo se paraba junto a el y decía que a ver si le traía suerte.

Los autos mas ansiosos comienzan a encender las luces. Divisa el negocio de empanadas y le ataca un hambre insaciable, pero igualmente no se quiere apurar porque hoy es un día especial. Y se imagina mientras cruza Anchorena que hace mucho que no come empanadas, pero un flash encandilante, intespestivo, veloz, color luz y el ruido de la bocina tremendo y aterrador sonando tan de cerca, como si hubiese nacido de sus oídos se acerca sorpresivo convirtiéndose todo en un golpe seco.

Es la primera vez que siente miedo metálico de ser atravesado, el dolor intenso de un impacto veloz, su cuerpo trasladado por una fuerza involuntaria, revoleado por las sogas invisibles de la inercia, el terror del efecto sorpresa y el olor humo que lo peina, la sensación gris de abrir los ojos viendo negro en un mareo eterno. Mientras siente la pasta derretida que se desliza por el bolsillo, el chocolatín abatido por el calor traspasa la tela y se mezcla con su sangre caldosa. Sintiéndose carnada de la maquinaria.

martes, 7 de abril de 2009

Bolivia





Estoy en La Paz, me gusta. No se por que pero me sienta cómoda. Le encuentro muchas cosas similares a Nueva Delhi, como por ejemplo el trafico, la forma en que la gente arma sus mercados, el tire y afloje de precios (aunque acá son mas difíciles de convencer, ayer solo baje solo 5 bolivianos a un pulover diciendo que si me hacia el precio la dejaba ver la novela tranquila en su televisor camuflado de chompas y puloveres) Pero no más. La mayoría es como si no tuvieran el oficio del comercio, aveces creemos que solo quieren estar sentados.
Hay una calle cerca del hotel con el parecido de adoquines de San Telmo pero rellenado con cosas incas. Esta lleno de autos japoneses ( los autos viejos que los japoneses no usan mas en vez de tirarlos los venden acá) que pululan en varias direcciones en busca del semáforo perdido. Los métodos para cruzar la calle son tan adrenalínicos y azarosos que se siente como estar en la cima de la montaña rusa.
Llegar a la paz no fue nada fácil, llegar a cualquier lado en Bolivia es difícil. Todo es complicado , hasta abrir el facebook.
Desde Villazón hasta Uyuni (salar) tarde alrededor de 16 horas, y se supone que se hae en 7 horas. A las 4 horas de viaje se pincho una rueda y esperamos dos horas hasta que la repararan, el paisaje muy lindo. Y veniamos siguiendo con la mirada una montaña nevada que se iba acercando. En un momento fui a buscar mi ipod que le había prestado a un israelita y en el medio del pasillo me di cuenta de que estábamos rodeados de nieve, me soprendí y me gusto en ese lugar. Pero no duro mucho por que, se escucho una explosión como un fuego artificial de esos que solo hacen ruido, y segundos despues me entere que la rueda habia salido volando. Lo que implico varias horas de espera en el peor lugar , nevando unos 10 minutos y haciendome la cabeza de que eramos el nuevo "Viven". Un tiempo largo sin saber que hacer tocando canciones de los beatles con la guitarra (una que sepamos todos), escuchar musica etc. Hasta que finalmente llegamos al salar a la 1 am.
Ahí mi instinto de supervivencia me hizo salir rápido del micro, lo único que quería era una cama. Era como ver el Pessag, como todos los judíos estuvieron deambulando por el desierto 40 años, ahora era todos ellos deambulando por uyuni buscando un hotel. Por lo que salí rápido del bus y sin dar muchos saludos me fui a mi propia búsqueda de la ansiada cama. Fuimos efectivos ya que en 10 minutos aprox. estábamos durmiendo por 25 bolivanos.
Al día siguiente hicimos un tour muy lindo, pero la altura te taladra el cerebro , llegamos a estar a 4900 metros de altura. Es como si tuvieras un bolivianito con un taladro adentro de la cabeza que se caga de risa y te pide coca. (en mi caso la coca no funcionó)
Probé de todo para para el dolor de cabeza pero no había caso, es como una prueba que tenes que pasar. Me levantaba abombado a la madrugada en hoteles de sal, con mantas llenas de polvo que me hacian acordar de que soy alergico a algo. Todo paso , la travesia en la altura tambien. Vi flamencos, geisers, montañas enormes, lagos, sal, cactus, aguas termanles, un volcan, todo bajo un cielo impunemente celeste.
Cuando todo eso termino nos fuimos a la paz, y cuando creí que el mal sueño de los viajes habia terminado el colectivo freno misteriosamente en el medio de la nada. Ruta sin asfalto por supuesto. El colectivo se había embarrado hasta las tetas in the middle of nowhere. Esperamos mucho tiempo, afuera del micro ,casi todos nosotros rodeados de frasadas, los choferes sacaron una cuerda para que entre todos tiremos del micro, me mori de risa. Nos fuimos a dormir adentro del micro pensando que pasaríamos la noche ahi. Dos horas mas tarde (creo) nos levantan y nos mandan afuera otra vez!! esta vez habia un micro que aparecio para salvarnos, aproximadamente en 30 minutos lo desencajaron del barro, y nosotros rezando a 30 mentros para que todo salga bien. El muy pelotudo del chofer no tuvo mejor idea que avanzar para el mismo lado qeue donde habia estado emarrrado, por suerte, gracias a el calendario inca o nose que , el muy forro salio ileso de su maniobra peloutda.
Cerre los ojos y cuando los abri estabamos entrando en la paz.

lunes, 16 de marzo de 2009

Subir



Desde un punto negro, infimo. Florecen cosas, se dibujan trasparentes y en formas que acarician ciegas buscando una respuesta, como si fueran los brazos de las flores buscando agua.
El camino que nace desde la nada, de la asfixia, el aburrimiento de lo mismo, la musica nueva que sueño y que no conozco. La montaña que espero. La busqueda sin nombre que seduce, sin espacio, atemporal. La ausencia que hace crecer, la necesidad que hace aprender. Guardar en la mente lo que ya tengo y revivirlo cada día.
Valorar todo lo que puedo y lo que no.
Buenos Aires hasta luego.

sábado, 7 de marzo de 2009

Following your scent

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Bebé





Do you know what I have inside of my soul when i am thinking of you?





Only a rainbow can explain it.






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viernes, 6 de marzo de 2009

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj.




Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente un reloj, que los cumplas muy felices, y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con ancora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te ataras a la muñeca y pasearas contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo fragil y precario de tí mismo, algo que es tuyo, pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgandose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de a atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comparar tu reloj con los demas relojes. No te regalan un reloj, tu eres el regalado, a tí te ofrecen para el cumpleaños del reloj.
JULIO CORTÁZAR

miércoles, 4 de marzo de 2009

La transitoriedad (1916)

(SIMPLEMENTE BRILLANTE, sin desperdicio)

Hace algún tiempo, en compañía de un amigo taciturno y de un poeta joven, pero ya famoso, salí de paseo, en verano, por una riente campiña (1). El poeta admiraba la hermosura de la naturaleza que nos circundaba, pero sin regocijarse con ella. Lo preocupaba la idea de que toda esa belleza estaba destinada a desaparecer, que en el invierno moriría, como toda belleza humana y todo lo hermoso y lo noble que los hombres crearon o podrían crear. Todo eso que de lo contrario habría amado y admirado le parecía carente de valor por la transitoriedad a que estaba condenado.

Sabemos que de esa caducidad de lo bello y perfecto pueden derivarse dos diversas mociones del alma. Una lleva al dolorido hastío del mundo, como en el caso de nuestro joven poeta, y la otra a la revuelta contra esa facticidad aseverada. ¡No, es imposible que todas esas excelencias de la naturaleza y del arte, el mundo de nuestras sensaciones y el mundo exterior, estén destinados a perderse realmente en la nada! Sería demasiado disparatado e impío creerlo. Tienen que poder perdurar de alguna manera, sustraerse de todas las influencias destructoras.

Empero, esta exigencia de eternidad deja traslucir demasiado que es un producto de nuestra vida desiderativa como para reclamar un valor de realidad. También lo doloroso puede ser verdadero. Yo no me decidí a poner en duda la universal transitoriedad ni a exigir una excepción en favor de lo hermoso y lo perfecto. Pero le discutí al poeta pesimista que la transitoriedad de lo bello conllevara su desvalorización.

¡Al contrario, un aumento del valor! El valor de la transitoriedad es el de la escasez en el tiempo. La restricción en la posibilidad del goce lo torna más apreciable. Declaré incomprensible que la idea de la transitoriedad de lo bello hubiera de empañarnos su regocijo. En lo que atañe a la hermosura de la naturaleza, tras cada destrucción por el invierno ella vuelve al año siguiente, y ese retorno puede defínirse como eterno en proporción al lapso que dura nuestra vida. A la hermosura del cuerpo y del rostro humanos la vemos desaparecer para siempre dentro de nuestra propia vida, pero esa brevedad agrega a sus encantos uno nuevo. Sí hay una flor que se abre una única noche, no por eso su florescencia nos parece menos esplendente. Y en cuanto a que la belleza y la perfección de la obra de arte y del logro intelectual hubieran de desvalorizarse por su limitación temporal, tampoco podía yo comprenderlo. Si acaso llegara un tiempo en que las imágenes y las estatuas que hoy admiramos se destruyeran, o en que nos sucediera un género humano que ya no comprendiese más las obras de nuestros artistas y pensadores, o aun una época geológica en que todo lo vivo cesase sobre la Tierra el valor de todo eso bello y perfecto estaría determinado únicamente por su significación para nuestra vida sensitiva; no hace falta que la sobreviva y es, por tanto, independiente de la duración absoluta.

Yo juzgaba incontrastables estas reflexiones, pero observé que no habían hecho impresión ninguna al poeta ni a mi amigo. De este fracaso inferí la injerencia de un fuerte factor afectivo que les enturbiaba el juicio, y más tarde basta creí haberlo descubierto. Tiene que haber sido la revuelta anímica contra el duelo la que les desvalorizó el goce de lo bello. La representación de que eso bello era transitorio dio a los dos sensitivos un pregusto del duelo por su sepultamiento, y, puesto que el alma se aparta instintivamente de todo lo doloroso, sintieron menoscabado su goce de lo bello por la idea de su transitoriedad.

El duelo por la pérdida de algo que hemos amado o admirado parece al lego tan natural que lo considera obvio. Para el psicólogo, empero, el duelo es un gran enigma, uno de aquellos fenómenos que uno no explica en sí mismos, pero a los cuales reconduce otras cosas oscuras. Nos representamos así la situación: poseemos un cierto grado de capacidad de amor, llamada libido, que en los comienzos del desarrollo se había dirigido sobre el yo propio. Más tarde, pero en verdad desde muy temprano, se extraña del yo y se vuelve a los objetos, que de tal suerte incorporamos, por así decir, a nuestro yo. Si los objetos son destruidos o si los perdemos, nuestra capacidad de amor (libido) queda de nuevo libre. Puede tomar otros objetos como sustitutos o volver temporariamente al yo. Ahora bien, ¿por qué este desasimiento de la libido de sus objetos habría de ser un proceso tan doloroso? No lo comprendemos, ni por el momento podemos deducirlo de ningún supuesto. Sólo vemos que la libido se aferra a sus objetos y no quiere abandonar los perdidos aunque el sustituto ya esté aguardando. Eso, entonces, es el duelo.

La conversación con el poeta tuvo lugar en el verano anterior a la guerra. Un año después estalló esta y robó al mundo sus bellezas. No sólo destruyó la hermosura de las comarcas que la tuvieron por teatro y las obras de arte que rozó en su camino; quebrantó también el orgullo que sentíamos por los logros de nuestra cultura, nuestro respeto hacía tantos pensadores y artistas, nuestra esperanza en que finalmente superaríamos las diferencias entre pueblos y razas. Ensució la majestuosa imparcialidad de nuestra ciencia, puso al descubierto nuestra vida pulsional en su desnudez, desencadenó en nuestro interior los malos espíritus que creíamos sojuzgados duraderamente por la educación que durante siglos nos impartieron los más nobles de nosotros. Empequeñeció de nuevo nuestra patria e hizo que el resto de la Tierra fuera otra vez ancho y ajeno. Nos arrebató harto de lo que habíamos amado y nos mostró la caducidad de muchas cosas que habíamos juzgado permanentes.

No es maravilla que nuestra libido, así empobrecida de objetos, haya investido con intensidad tanto mayor lo que nos ha quedado, ni que hayan crecido de súbito el amor a la patria, la ternura hacia nuestros allegados y el orgullo por lo que tenernos en común. Pero aquellos otros bienes, ahora perdidos, ¿se nos han desvalorizado realmente porque! demostraron ser tan perecederos y tan frágiles? Entre nosotros, a muchos les parece así, pero yo, en cambio, creo que están equivocados. Creo que quienes tal piensan y se muestran dispuestos a una renuncia perenne porque lo apreciado no acreditó su perdurabilidad se encuentran simplemente en estado de duelo por la pérdida. Sabemos que el duelo, por doloroso que pueda ser, expira de manera espontánea. Cuando acaba de renunciar a todo lo perdido, se ha devorado también a sí mismo, y entonces nuestra libido queda de nuevo libre para, si todavía somos jóvenes y capaces de vida, sustituirnos los objetos perdidos por otros nuevos que sean, en lo posible, tanto o más apreciables. Cabe esperar que con las pérdidas de esta guerra no suceda de otro modo. Con sólo que se supere el duelo, se probará que nuestro alto aprecio por los bienes de la cultura no ha sufrido menoscabo por la experiencia de su fragilidad. Lo construiremos todo de nuevo, todo lo que la guerra ha destruido, y quizá sobre un fundamento más sólido y más duraderamente que antes.

SIGMUND FREUD

domingo, 22 de febrero de 2009

Mantra al lemon pie



Nunca nos gustó ir a bailar.
Auspicia Nag Champa, el sahumerio de tu vida.

sábado, 21 de febrero de 2009

Tareas siguientes



Agarrar la mochila. Y punto.

El Patio

Todo lo que fue de mi quedó perfumado en el olvido de una mancha de café en la postal que había enviado desde Madrid. O al menos era lo que yo creía. Nada sabia de las estatuas, huellas mnémicas en formas oxidadas que habría en el patio. Su fuente, de azulejos como dientes rotos y su decoración erosionada, con sus canillas de metal turbio manchadas de sarro con un hilo de baba incipiente de agua naranja que lentamente daba de mamar a la higuera, el alambrado abrigado en sombra verde de la ligustrina que separaba con la casa de Alvaro, el horno de piedra en forma circular y sus arrugas del frió, el cantero infinito de la derecha dibujado en helechos, el hierro de la puerta, profundo, negro, macizo en los que apoyaban los vitrales mas sensibles que el Tata había mandado a traer de París, el pequeño cuarto de herramientas que tenia olor a motor muerto, barniz, solventes y las guirnaldas de los insectos en todo hueco, la radio gigante con la antena apuntando a la luna y la am apuntando a la tierra, tango, fútbol y boxeo. La mesa de mármol que tenia piernas herradas como si nacieran del piso, selladas por los inviernos de Buenos Aires en el jardín de la calle Moreno 912. Ese patio también hablaba de mi. Aunque ya ni me acordaba. Pero estaba forjado mi alma, como la fuente que apenas vivía, como la higuera invencible, atrapado en algún rincón de mi memoria como la ligustrina en el alambrado y el interminable tango en la radio.

Buenos Aires, 20 de febrero, 2009.
J. Sosa

viernes, 30 de enero de 2009

Cuando Despiertes.

El alfil que moví se parecía al tipo que me pidió el boleto de tren. ¿Quien sabrá por que me acorde de él?. En realidad fue un viaje más. Aunque hayan sido 29 horas arriba se puede llegar a sentir que pasan semanas dentro del vagón. La mayor parte del tiempo la pase en la cama pero cada tanto salía a caminar por el pasillo e inundarme de miradas extrañas, lo mas cómodo era cuando llegaba a la puerta abierta y dejaba que el viento me contamine empalagoso de fuerza dando como resultado una piel y un pelo grasoso que gritaba impune haber viajado. En las horas más largas y oscuras pensaba en vos. ¿Cuanto tiempo estaría así? Sin verte. o peor aun, si te volvería a ver. Por momentos me ponía orgulloso de tenerte lejos, -casi irreal ya eras a ese punto- y solo por que antes de dormirme tenia un buen motivo para no dormir y cuando no tenia sueño me encantaba pensar en vos. Sobre todo en los viajes de tren, en los que me hacían pensar que cada pensamiento tenia mas intensidad y que cada cosa que pensara estaba viajando y que tendría un destino fiel. Era un trance perfecto. Cuando el calor sofocaba y no podía dormir sintiendo que me quedaba pegado en la cuerina azul y percudida de la cama me paraba demandante y me quedaba con el torso despierto, nada más, mirando la nada, o la nada en forma de sombras con cabezas que existían por que yo les daba forma mientras el viento eterno seguía entrando y los ruidos de las ruedas metálicas sorprendiendo de arranques a las viejas vías inglesas.
Se me daba por prender un cigarro y nuevamente a las puertas y sentarme ahí, eso era muy lindo, mirar desde la puerta del tren y sentarse en el escalón , viendo vidas y cosas pasar. Cosas raras, vidas raras, diferentes a las que alguna vez pude imaginar si hubiera querido. Campos y chozas, adobe, gente cagando a horas tempranas de la mañana en los largos pastizales, vacas y más.
Me despertaba y solo pensaba en lo hermosa que eras. Toda tu figura tan sensible .tu rostro artístico perfecto, algo que destacaba en la inmensidad. Te recordaba comiendo las tostadas y hablándome temblorosa. Sentía risa de haberte hablado con tanta seguridad ese día inolvidable en el que recuerdo minuto a minuto las articulaciones de tu boca. El día que me enamoraste sin pedir nada a cambio.
Las sombras chinescas de los seres inmóviles atacaban de retaguardia y como si el tren fuera un proyector de imágenes yo yacía inmóvil con mi torso recién despierto como alguien que se levanta de una pesadilla. Mis uñas eran las victimas de explicarte mis ganas inútiles de volverte a ver, el tren avanzaba y yo cada vez mas lejos. Como la gente que dedica su vida a ganar plata y su verdadero sueño seria desapegarse de las cosas, yo me encontraba deseándote cada centímetro y alejándome con mi seguridad mística de que te volvería a ver.
El alfil se lo habían comido ya y yo acababa de perder un estúpido partido de ajedrez.

Cada me cosa hace recordarte y te extraño mucho. Donde quiera que estés, en el tiempo y lugar que hayas elegido.

(Ahora vivita y coleando)