jueves, 24 de junio de 2010

6 estaciones

Aunque te parezca curioso mi momento de mayor reflexión comenienza cuando se abre la puerta del metro. Quizás por que es el unico momento que me encuentro solo conmigo mismo, como si fuese un espectador.

En este lugar está permitido poner la cara que quieras, no hace falta hablar ni sonreir y eso me relaja un poco, aunque no sea gran cosa. Ese espacio da un lugar sutil de pertenencia social, bajo la premisa: todos vamos al mismo lugar. Todos lo usamos para cumplir una responsabilidad, moral, emocional o laboral .

Ahí confluyen todas las energias, donde todos los estimulos se encuentran empaquetados en aquel recinto movible. Apenas entro, me encuentro con todas esas caras que van para el mismo lado que yo o tal vez aún más lejos. Eso es tan normal que aveces me deja dubitativo. Me reconforta saber que el viaje dura treinta minutos ya que es el punto justo para separarme del mundo del sueño y el trabajo. Durante ese tiempo me acomodo otra vez al mundo que en ese día le corresponda y quedo listo para asumir las responsabilidades diarias.

Reposado en este plástico industrial, medio somnoliento imaginé que me paseaba cerca del río, el sonido del agua me hacía recordar una música que solía escuchar cuando viajaba. . Recordé las cabras que con sus trechos efimeros de alimentación bifurcaban el verdadero camino de la montaña, confundiendo al aventurero de las cimas, tan bien recordé la fotos de el caballo blanco al costado del río.

De repente vi al tipo de al lado gesticular muy bruscamente asique decidí bajar el volumen de mi música y volver a la realidad del metro. Estaba discutiendo con alguien que estaba parado a unos 10 metros en frente de él, su brusquedad lo hizo ponerse de pie y seguir gritando, mientras su contraparte, un tipo peinado hacia el costado, gafas grandes con bordes negros que aumentaban el sobresalto de su mirada extraña y confundida.

Era un monigote de esos que tienen el prototipo de hombre que lleva camisa blanca y es producto explotado su maletín lleno de informes burocrático. Uno con cara de locura reprimida. El vagón estuvo parado por tres minutos y vino la mismísima conductora del metro con una llave a bajar la manija de emergencia.

Hasta el momento que la chofer desactivó la palanca de emergencia y los últimos insultos no terminé de comprender. Pero cuando. el señaló y dijo: - este gilipollas lo va a volver a activar- finalmente me di cuenta lo q estaba ocurriendo.

Concluyó que el tipo de camisa había accionado la manija de emergencia dos veces en estaciones anteriores lo que hacia retrasar a las personas en un afán perverso de ser reconocido.

Desde el traqueteo del subte me sumergí en la reflexión. Dada la fortuna nacemos y nuestros padres nos dan todo, somos reyes con otros seres predisposición total a nuestra atención. Luego, de a poco la experiencia intrusa va marchitando toda esa atención.

Al tío lo terminaron hechando del metro y fue despedido hacia su propio túnel subterráneo de la locura.

Nadie percibe esas caras perdidas del metro, cada uno viaja en su propio subterráneo. Nos da miedo mirarnos a los ojos.
 
El ruido del metro me desconcentró y rompió mi momento filosófico, tenía ques bajar.

jueves, 13 de mayo de 2010

liquido

No te dejes convencer. Tus sueños son lo mas real que existe. Acaso el miedo que te trasmiten otras 'personas son mas reales que tus sueños? que liquido es todo. No escuches lo vulgar. Hay mucha ignorancia. Hay muchas formas de vivir. Presta atención por que cuando estés débil van a querer llevárselos para siempre. No dejes desenfocarte. Hay gente que sabe mas que vos, juntate con ellos.
Que liquido es todo. Todos los sentimientos se filtran como agua, nada dura en este embudo que es nuestro cuerpo, todo va cambiando de forma pero al final, todo se escurre. Hasta mis propios recuerdos, son líquidos, se escapan y solo queda una esencia , una sensación que es la suma de todo lo que hoy quiere salir de mi pecho.

domingo, 24 de enero de 2010

El vacio o el todo

En una infinidad negra, miro hacia arriba y siento que el eco es mi unica compañia. No hay nada solo negro, el vacio o el todo, pero no veo nada.
Me siento minusculo en la inmensidad de la incertidumbre, donde nada es medible. Los unicos colores son los de mi cuerpo y mi ropa. Lo demas es negro como si estuviera en una sala a oscuras o en el mismismo universo sin estrellas.
Me veo como si una camara me enfocara desde arriba, y apenas casi me veo a mi mismo viendo para arriba urgando con la mirada alguna luz.

lunes, 11 de enero de 2010

Cenizas

El sonido de la tv en el bar andino descosió mis pensamientos y me olvide al segundo que estaba pensando en ella.
Había polvo en el piso pero me habían dicho cuando llegué a la ciudad que eso era ceniza volcánica. Y que diferencia había entre el polvo y la ceniza?. Aunque era fácil confundirlos tenian una historia diferente.
El volcán se veía desde la ventana del bar, escupía lenguas de humo con frecuencia de la misma forma que cuando había venido hacia 5 años. Cada partícula viajaba desde las cimas recorriendo las calles de la ciudad llenando los techos , los pasajes , las calles, y las veredas de aquel mito gris que vagaba constante en la vida de la gente. Aquella niebla muerta que esfumaba los vidrios y que percudia las telas era parte de este sitio. Para algunos un orgullo, para otros una molestia, y yo fuera de todo esto, lo único que me hacia distinguir el polvo de aquella ceniza era que algún día algún rastro de ese polvo o ceniza de hoy, algún día había posado en tu pelo en la efervescencia de una ciudad silenciosa.