viernes, 30 de enero de 2009

Cuando Despiertes.

El alfil que moví se parecía al tipo que me pidió el boleto de tren. ¿Quien sabrá por que me acorde de él?. En realidad fue un viaje más. Aunque hayan sido 29 horas arriba se puede llegar a sentir que pasan semanas dentro del vagón. La mayor parte del tiempo la pase en la cama pero cada tanto salía a caminar por el pasillo e inundarme de miradas extrañas, lo mas cómodo era cuando llegaba a la puerta abierta y dejaba que el viento me contamine empalagoso de fuerza dando como resultado una piel y un pelo grasoso que gritaba impune haber viajado. En las horas más largas y oscuras pensaba en vos. ¿Cuanto tiempo estaría así? Sin verte. o peor aun, si te volvería a ver. Por momentos me ponía orgulloso de tenerte lejos, -casi irreal ya eras a ese punto- y solo por que antes de dormirme tenia un buen motivo para no dormir y cuando no tenia sueño me encantaba pensar en vos. Sobre todo en los viajes de tren, en los que me hacían pensar que cada pensamiento tenia mas intensidad y que cada cosa que pensara estaba viajando y que tendría un destino fiel. Era un trance perfecto. Cuando el calor sofocaba y no podía dormir sintiendo que me quedaba pegado en la cuerina azul y percudida de la cama me paraba demandante y me quedaba con el torso despierto, nada más, mirando la nada, o la nada en forma de sombras con cabezas que existían por que yo les daba forma mientras el viento eterno seguía entrando y los ruidos de las ruedas metálicas sorprendiendo de arranques a las viejas vías inglesas.
Se me daba por prender un cigarro y nuevamente a las puertas y sentarme ahí, eso era muy lindo, mirar desde la puerta del tren y sentarse en el escalón , viendo vidas y cosas pasar. Cosas raras, vidas raras, diferentes a las que alguna vez pude imaginar si hubiera querido. Campos y chozas, adobe, gente cagando a horas tempranas de la mañana en los largos pastizales, vacas y más.
Me despertaba y solo pensaba en lo hermosa que eras. Toda tu figura tan sensible .tu rostro artístico perfecto, algo que destacaba en la inmensidad. Te recordaba comiendo las tostadas y hablándome temblorosa. Sentía risa de haberte hablado con tanta seguridad ese día inolvidable en el que recuerdo minuto a minuto las articulaciones de tu boca. El día que me enamoraste sin pedir nada a cambio.
Las sombras chinescas de los seres inmóviles atacaban de retaguardia y como si el tren fuera un proyector de imágenes yo yacía inmóvil con mi torso recién despierto como alguien que se levanta de una pesadilla. Mis uñas eran las victimas de explicarte mis ganas inútiles de volverte a ver, el tren avanzaba y yo cada vez mas lejos. Como la gente que dedica su vida a ganar plata y su verdadero sueño seria desapegarse de las cosas, yo me encontraba deseándote cada centímetro y alejándome con mi seguridad mística de que te volvería a ver.
El alfil se lo habían comido ya y yo acababa de perder un estúpido partido de ajedrez.

Cada me cosa hace recordarte y te extraño mucho. Donde quiera que estés, en el tiempo y lugar que hayas elegido.

(Ahora vivita y coleando)