martes, 15 de febrero de 2011

La Fotografía

Cuando abrí el ultimo cajón me encontré inesperadamente con unas fotografías. En un primer momento creí que no eran mías pero al ver el dorso y la fecha con mi propia letra conecté con el recuerdo. Sin saber, esas imágenes se encontraban en los laberintos de mi memoria y en el desenlace de mi propia vida.

Mientras el suelo de mármol filtraba un aliento helado bajo mis pies descalzos, el invierno frígido daba la sensación que quedaría atrapado bajo las paredes hasta la eternidad. De alguna forma el frió y la situación de madrugada forzosa formaron un escenario perfecto para que yo tuviese aquella experiencia. La primera y la ultima.

Eran dos fotografías, la dos muy buenas a simple vista, aunque la una no tenia nada que ver con la otra, las dos ubicadas en tiempo y espacio similares, según el dorso para ser más específicos: Bangladesh '82.

La primera era un retrato. Era un hombre de rasgos profundamente tallados, como una escultura de madera, llevaba las arrugas como surcos y portaba una mirada segura, tan profunda y negra que traslucía un mundo irrevelable, tan inquisidora como compasiva. Moreno, de masculinidad gris derramada la en la piel, dueño del turbante más perfecto y una fortaleza que se destilaba en su quietud.  Atrás unos arcos que formaban las columnas de mármol. Recuerdo un calor picante, invasivo y persistente que dejaba a uno bañado en sudor, arañaba con su luz beligerante y por la noche te abrazaba como una boa que va comiendo lentamente a su presa hasta dejarte muerto en el fastidio onírico.

Siempre creí que algo poseía calidad en tanto hiciese mover nuestros sentidos. Las fotos, como las demás artes, son calificadas de buenas en proporción a cuantos sentidos de nuestro cuerpo movilice.

Considerándose el sollozo o la risa como uno de los objetivos máximos de los artistas. Es decir, si trasmiten. En este caso había viajado en el tiempo, a través de mi temperatura corporal a altas horas de la madrugada.

Recordé los caños de ducha fría huérfanos de regadera, que como con vergüenza iban vomitando chorros impulsivos de sarro y agua. Pude sentir frió y calor en unos instantes mientras observaba esa foto pero sin embargo era una foto que estaba dispuesta a ser olvidada en cuanto pasase el transcurrir del día.

Con la segunda foto paso algo distinto, algo que no olvide hasta el día de hoy que escribo esto. Prometí contar esta historia el día que tuviese coraje de abrir el cajón otra vez. La foto en su primer encuentro visual no produjo nada, más bien era una foto de esas que pretenden ser artísticas.

Pero tenia una virtud, aquella foto era mas fantástica cuanto más la observase, magnetizaba hasta meterte en la verosimilitud de su magia. Una foto que llevaba un mundo dentro. Con lo cual de esta nunca supe si yo era el dueño. Me creí incapaz de haber podido captar algo así.

El objetivo central de la foto era una bombilla de luz pero su propio destello denotaba una masa amorfa, una bola blanca con diferentes matices de iluminación, estaba situada en el centro hacia el ángulo izquierdo de la foto, en algún intento artístico de dejar la luz de un lado y mostrar el pasillo violáceo por la derecha. La pared tenia la textura de pasta granulada color lila, se entrelazaba con algún rojo mal mezclado. Solo eso. Al fondo se entrevería en un punto un final negro que sería el final del pasillo.

Descarté la foto. Pero la sensacion de que a primera vista me había parecido tonta y ahora interesante me hizo confiar en la que cuanto más la mirase sería más atractiva. Con lo cual unos segundos después estaba en mis manos otra vez. No quité la mirada por un minuto y comencé a ver cada vez más detalles. La conmoción comenzó cuando descubrí que al ver la bola de luz se producía un efecto curioso como en las imágenes guestalticas que dan la impresión de estar moviendose o como aquellos hologramas que son imágenes traspuestas e imitan movimiento.

En cuanto movía la foto percibía movimiento, como si dependiendo del ángulo que ponía la foto la bola iluminaba respectivamente el lugar que yo señalase. Eso me pareció increíble, quedé fascinado, jamas pense que algo así se pudiese conseguir en la fotografía y menos tomada con una Pentax de los 70.

En cuestión esto no tenia que ver con tecnología ni con efectos, concluí que se trataba de algún tipo de portal a un mundo desconocido o tal vez al conector del transe de mi propia muerte. No pude evitar seguir viéndola y cuanto más miraba mas cosas iba notando, de repente, me concentre al punto de perder noción de tiempo y espacio, casi pareciendo estar dentro del pasillo. Súbitamente una atracción involuntaria me fue adentrando por ese corredor extraño.

Me dio terror saber que lo único que veía era ese túnel y no las paredes de mi habitación y estaba siendo arrastrado a una velocidad horriblemente lenta hasta algún punto desconocido. Y creanme que no hay nada mas aterrador que ir lentamente hasta donde uno teme. Tuve mucho miedo y cada vez estaba más oscuro, por que me alejaba de aquella bola de luz y me dirigía a algún final, bruscamente subí como sustentado por un aire espeso y cuando miré hacia arriba que parecía haber un agujero que salia a la realidad, vi la cara de alguien que estaba arrodillado asomando su cabeza como una avestruz en un pozo mirando hacia el túnel, nos miramos horrorizados y el tipo dio un grito desgarrador que me hizo sentir que no era el único que no tenia miedo ,alegando con un grito: ¡¡¡Hay un tipo en mi foto!!!

Todo aquello acabo con aquel grito y con el mio cuando solté repentinamente la foto y me vi en mi habitación fría propinando puteadas de miedo y viendo como La foto caía irónicamente inofensiva . Recuerdo que por mucho tiempo no pude dormir pensando en que esa fotografía estaba en mi cajón, pero me prometí no deshacerme de ella tanto como no volverla a ver solo hasta el día que estuviese preparado para irme y encontrarme con aquel destino y con ese hombre que quien tal vez tenga una copia exacta de mi foto, o sea el retrato lucido de mi muerte.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente Juli, qué bien escribís. Tendrías que hacer algo con esa habilidad. Sos muy gráfico en las narraciones, al punto que, pude recrear no sólo la situación sino a vos contándolo.

Te mando un beso grande desde Bs. As, donde las zapatillas te extrañan.

Muahs