sábado, 6 de agosto de 2011

Viajes del alma

Los viajes de la infancia se endurecen hasta cristalizarse en nuestra alma. Como un eje en nuestra memoria, los viajes van clasificando lo lindo de nuestra vida, se translucen en cosas imborrables. De alguna los perseguimos para borrar el historial rutinario, para transcribir en experiencias nuevas, gente y paisajes diferentes.

No puedo evitar recordar a esta altura los épicos viajes a Brasil en el Mercedes Benz record en abolladuras de mi papá y las interminables e itinerarias aventuras en las rutas del mercosur. Aquellos momentos irrepetibles como una huella digital. Lamentablemente todavía puedo oír la voz que se escapaba del cassette de xuxa que mis hermanas habían comprado en alguna festa junina. También puedo volver a oír trasmitido en la radio del coche por las rutas de Uruguay, partido de Argentina vs Colombia en el que perdimos 2 a 1.

Aún olfateo las estelas del alco-nafta aunque en esa época temprana no podía localizar de donde venia. También el agua tibia del mar, inclusive ahora, sigue siendo huésped en mis recuerdos y me parecería extraño vivir sin ella.

Esos recorridos del mapa con su caos y su encanto fueron haciéndose mágicos, una señal de que por lo menos en mi caso indicaba que disfrutaba con lo exótico, la lengua extraña, las tierras lejanas y la construcción de la realidad en forma distinta. Hoy significa un fuerte lazo con las tierras ajenas y una amor profundo en el traspasar fronteras de cualquier lugar.

1 comentario:

angel dijo...

hermoso muy lindo viaje fueron esos tiempos. tan bellos como el presente actual