sábado, 15 de septiembre de 2007

El cuarto oscuro: fin del historial.

Esperé. Por un momento estuve presente, y luego me embalsamé en los más recónditos rincones de mi memoria. Descubrí que hacia más de 5 minutos que no prestaba atención. Con el estomago lleno nunca podía pensar más que en dormir. Me dirigí a él y lo escupí con la mirada, ya no quería escucharlo, no estaba de humor.

Alguien había intentado escaparse, pero según tenia entendido era un rumor mal intencionado que tenia como fin atemorizar a los integrantes. Pero algo dentro mio me aseguraba que era imposible salir de aqui.

Era un día especial, si mis cálculos no fallaban, hoy abrirían una de las ventanas. Ansiaba con todo mí ser que un poco de luz me desgarre la angustia. Mi conocimientos matemáticos eran básicos, pero yo sabía que la necesidad explota al máximo los recursos del ser humano. Estaba seguro de que era hoy, eso me tenia ansioso. Me preguntaba si esta vez vería el mismo paisaje. ¿Seguía en la misma habitación? me conteste en voz baja (atenuando la soledad) - Si hoy se abre la ventana, estaré seguro de que hoy es 4 abril-.

Días mas tarde los postigos se abrieron de par en par y un ruido descomunal al compás de la insensibilidad de un rayo de sol que me araño la mirada y me empujó de mi lecho, me despojó el sueño de un estornudo. Abrasé las frazadas con una velocidad solo proporcional a mi susto. Cuando caí en conciencia, me sentí como un niño desprotegido, un frió agudo troto por mis manos como si la sangre de mi cuerpo se hubiera congelado.

Pude ver el mismo paisaje que la última vez: una pared de enormes ladrillos color bordo teñidos por la eterna desesperanza. Entonces: - ¡La concha de Dios!- gritaron mis lagrimas que desafiaban al destino ¡¿Qué día es?! Me desesperó que mis cálculos fallaran.

La ventana siguió abierta por 3 semanas y a cada hora estuve junto a ella, sabia que esto era pasajero. Jamás había visto un paisaje tan perverso. No había forma de ver otra cosa, me puse en todas los ángulos, en diferentes posiciones y solo veía esa pared.

– Es inútil camarada- dijo mi compañero con una sonrisa infeliz. – Usted es un inútil – conteste con impotencia.

Tenía sed. En ese instante me acorde de mi infancia, y me hamaqué al mas tierno recuerdo. Mi único recuerdo. Mis hermanos jugando en la orilla del mar. La dureza de mi carácter se desparramó por mis ojos y lamí cada gota de angustia como si hubiese hallado un oasis dentro de mi propio desierto. Por enésima vez quise morir.

Desfilaron varias lunas. La penumbra de Stevenson se movía en uno de los rincones del cuarto. Ese idiota me ponía nervioso. Lo llame amistosamente y lo invite un trago de vino que había cambiado por un trozo de pan de ayer. No me contestó. Me dirigí hacia él y un metro antes me di cuenta. Una soga lo abrazaba de muerte. Me sentí terrible. Lo investigue, pelo por pelo, algo bueno tenia que tener, un indicio, una llave, algo…Cuando volví para sacarle los zapatos había pasado mi oportunidad, él no estaba.

La lluvia sonaba en acordes menores en el techo de chapa y eso fue lo más parecido a una conversación que tuve en meses.

No entendía, me hundí en la desesperación, quería volver a mi casa. Traté de romper el vidrio. Era inviolable. La ira se acumulo en alguna vena de mi cabeza y me desmaye. Cuando me desperté Stevenson me estaba sosteniendo la cabeza y me miraba con dulzura. – Ya ha pasado camarada, ya no volverá a pasar, lo prometo - dijo.

Era el único en la casa. - El miedo y la soledad lo echan todo a perder, duelen más que cualquier otra cosa en el mundo – dije.

Me acostumbre a la oscuridad, al miedo, al polvo, a la humedad que transpiraban las paredes, a la mugre, a la impotencia, a mi olor, a mi soga, a mi rincon,a este puto cuarto y a ser yo...en la inmensidad de la nada.

J.Sosa♣

2 comentarios:

Anónimo dijo...

te felicito es un cuento muy bueno me atrapo, nuy bueno segui escribiendo

Anónimo dijo...

te felicito segui escribiendo