Usted comienza a
leer y nos encontramos. El texto se inicia como la melodía favorita, de esas
que te hacen pisar persiguiendo las negras de un pentagrama ilusorio. Se
sumerge en un sentimiento de década perdida rencontrada en una foto, de esas
con borde redondeado, tal vez.
Ahora ya juntos,
nos sumergimos en el mundo interno, acabamos las proyecciones de lo mundano. El
magnetismo de las letras intentan abducirlo pero alguna rebeldía suya intenta
devolverlo de un escupitajo a lo conocido, a lo de siempre, a la rutina mental.
Pero yo lo rescato y usted está aquí conmigo en esta temprana ilusión que comienza a crecer.
De pronto todo lo
que usted estaba haciendo acaba por desvanecerse. Nos deslizamos en la dualidad finita
del ahora y el futuro, el presente, esas diapositivas liquidas que se escurren
segundo a segundo como el agua de una gotera
en una casa sin dueños. Pero en este mismo instante todo acaba de cobrar
sentido. Sobre todo para mi. Ya le contaré…
En otras ocasiones
las letras de un texto se desvanecían en un remolino nublado de
desconcentración, haciéndole volver mil veces al mismo párrafo, cayendo en una
tontería cíclica. Pero ahora todo eso se ha acabado y somos dos mortales unidos
y atrapados históricamente a través de este universo, deglutiendo una nueva
realidad.
Podría jurarle
que si conversáramos, su atención moriría en un murmullo amorfo olvidándose de
toda esta palabrería. Pero afortunadamente esta es una lectura y solo hay
letras, no hay estímulos que nos distraigan, este es nuestro fuero íntimo
a distancia. Un momento histórico, si me permite exagerar.
Cuanto más me crea, más bailaremos en el fino hilo que separa la realidad de la
ilusión. Esa atención despierta y flotante pero a la vez onírica que nos da placer por hacernos
olvidar de la geometría de lo diario. Me arriesgo a hablar de algo que quizás
trascienda al mismo lenguaje y todo concepto, pero usted verá que estoy condenado a humillarme ante la dulce tiranía de las letras y urgirme en este mapa conceptual puesto que no tengo otra herramienta para
expresarme.
Solo nos separa
la certeza brutal de que los signos son los que gobiernan a través del túnel
blanco y negro de esta mecanografía virtual. Igual, nos lleva lentamente al presente
más presente de nuestra existencia, o por lo menos de la mía…
Sigame…
Estamos en un
bosque espeso, de un oscuro techo sin fin. Hay una humedad como sudor frío deslizándose por la maleza, estamos ahí, aunque cada uno con su soledad
respirando del mismo aire. El verde oscuro y la tierra mojada acompañan los
contornos de nuestro nuevo mundo que descansa en una alfombra de hojas de
múltiples colores. Hay mucha vida aunque solo podemos captar las nuestras…
Podría intentar continuar enfatizando en las descripciones, pero no es mi objetivo, el escenario no es lo que importa. Y a continuación voy a contarle
porque…
Quiero confesarle
que yo ya he vivido, y no importa donde, he cobrado existencia en ese bosque
y usted tal vez me haya acompañado unos
segundos o en el mejor de los casos, yo lo he acompañado a usted unos segundos.
Lo que para usted es imaginación para mi es vida…Espere, no crea que lo estoy
subestimando… Ya terminaré de confesar todo…
Por momentos esos
eslabones de gutemberg, lo han llevado hacia algún lado,-aunque todavía no sabe
exactamente donde- …
Debo admitir,
querido lector y tal vez pedirle perdón, que con motivación poco sensata he intentado utilizar mis
máximos recursos persuasivos para captar su atención. Pero apiádese de mí, y
tómese un tiempo para reflexionar sobre esto.
Soy un ser
atrapado en este texto, simplemente
existo en la ilusión del otro. Cobro vida gracias a su imaginación, alimento
que me inventa y me funde con usted. Tal vez en un bosque espeso o en algún
otro lugar. Pero antes que todo, entiéndame, yo solo soy una manifestación de
unos minutos y usted es libre y tiene una vida aparentemente real. Si algún día
le sobra generosidad, vuélvame a leer y si no, ha sido un placer conocerlo.